Choclito llegó un día y se fue otro, pero mientras estuvo con nosotros dejó huella.
Verde, gordito, goloso y gritón; empezaba a alborotar muy temprano exigiendo su choclo
(mazorca de maíz tierno), chillaba choclito, choclito, choclito, hasta que alguien (por lo
general yo) corría a destapar la jaula para llevarle el bendito choclo y allí empezaba
el ritual : Choclito trepaba por mi mano, mi brazo y se instalaba muy cómodo en mi
hombro, sacabamos su piscina (un recipiente cuadrado) y mientras hablábamos de
importantes cosas, la limpiábamos y llenábamos con agua fresca, luego de regreso a la
jaula colocar el recipiente (donde el quería) y ¡a bañarse! si, porque él era muy limpio
y no comía nunca cochinito, el baño duraba largo rato, con zambullidas, salpicaduras
y todo lo necesario para que David (el gato) y yo nos quedáramos boquiabiertos
interesadísimos en el espectáculo, terminado el baño se sacudía y se acomodaba
las plumas muy pagado de si mismo para luego empezar su desayuno, liberándonos
a David y a mi que en ese momento ya podíamos retirarnos a nuestros propios asuntos.
Luego de unas horas de calma, me llamaba imperativamente por que quería salir
a pasear. ¡Mi querido choclito! por mi, hubiera vivido en cualquiera de los muchos árboles
del jardín, libre pero bajo mi cuidado ¡pero no! no podía ser porque los gatos de
Gabriela (menos David que era su amigo) lo miraban con ojos golositos y brillantes,
entonces no y solo podía salir si estaba conmigo, en mi hombro o paseando por mí,
eso hacía, subía por mi pelo y se instalaba un rato en lo alto de mi cabeza, desde
esa privilegiada posición podía conversar con otros pájaros o insultar a los gatos
lo malo es que como digno loro me decoraba la cabeza o la espalda cada cinco minutos,
luego continuaba el tour alrededor de todo mi cuerpo, poniéndome super nerviosa ¡y claro!
eso a él le encantaba. A veces lo ponía en un árbol y me sentaba cerca, esto tenía la ventaja
de no ser decorada pero lo tenía que estar vigilándo todo el tiempo, eso me costó una
fenomenal caída, un día Choclito pasando de un árbol a otro decidió explorar la casa del vecino
y yo decidí que no lo hiciera, lo llamé y por supuesto me ignoró, como no lo alcanzaba trepé a
unas rejas de fierro que estaban apoyadas en el árbol (unas ventanas grandes que
luego trasladarían) tuve que trepar hasta el final por que el niño se resistía a ser atrapado y
subía mas alto, por fin logré agarrarlo ¡y me descuidé! uno de mis pies se engancho al bajar y
¡tras! ¡me fui al suelo de espaldas con la reja encima! por mi mala suerte justo en ese momento
mi mamá pasaba cerca y vio todo, empezó a dar unos alaridos espantosos y a llamar a
todo el mundo, total ¡todo un caos! para colmo era domingo y Gabriela y mi esposo estaban en
casa, yo toda aturdida con el golpe y mas con los gritos de mi mamá veía a todos alrededor sin
saber que hacer, menos mal que Gabie y mi esposo que son muy serenos impusieron la calma
y me ayudaron ¿ y Choclito? con todo el alboroto se asustó, decidió que por ese día ya bastaba
y se metió solo en su casa
Mi querido Choclito ¿donde estará? un día pidió que lo sacara, estaba inquieto y desde lo alto
de mi cabeza gritaba y gritaba, luego supe porqué , una bandada de loritos como él pasó
volando y armando barullo por encima nuestro, no era la primera vez , siempre lo hacían y
Choclito se contentaba con saludarlos a los gritos hasta que se perdían a lo lejos, pero esta
vez fue diferente había llegado el momento de acompañarlos, cuando pasaban sobre
nosotros Choclito levanto el vuelo y fue a reunirse con ellos, no lo llamé sabia que seria inútil,
solo me quede viéndolos hasta que desaparecieron, me quedé muy triste, mucho, mucho,
él tan mimado, él que solo comía choclo tierno y no quería nada más ¿que comería ahora?
¿y su baño diario? y por las noches él que dormía abrigado por una manta que cubría su
jaula ¿donde dormiría?. Pero no tardé en pensar ¿y todo eso que importancia tenía? era lo
que el había querido, estaba con los suyos y sobre todo ¡era libre! ¡ y los dos sabíamos que
ninguna comodidad vale tanto como la libertad!
¡Alas y buen viento mi valiente Choclito!
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